Fotografía: Yvonne Gate
No hablamos el mismo idioma, Yvonne, ya lo sé. Tú hablas con los acordes de un jazz perpetuo, dionisíaco, arropado por el hemisferio izquierdo y una memoria inquebrantable de esencias y mitos como Herbie Hancock, George Gershwin o Wynton Marsalis. Yo hablo con el logaritmo errático de un minimalismo exonerado de realidad, apolíneo, regular y onírico como un mantra tibetano que repite incansablemente nombres como Meredith Monk, Simeon ten Holt o Steve Reich.
Por
fortuna, toda naturaleza es susceptible de fundirse con otra para
nacer nuevos mundos, nuevas criaturas, nuevas culturas.
Alguien
podría pensar que somos ciudadanos de un invierno lejano, seres
desubicados, resignados, ausentes, pero no. El invierno es tan solo
una fórmula esotérica en la que el sol juega a esconderse de vez en
cuando. Alguien podría pensar que somos soberanos de orgullosas
bibliotecas errantes, que han aprehendido el karma de cada hogar,
cada calle, cada plaza, cada isla, cada pueblo en los que hemos
vivido, y tal vez sea cierto.
Pero
ahora sabemos que en el sur nuestros libros guardan silencio y
escuchan. He
comprobado que en esa anciana casa tuya el silencio de todos los
libros desprende deliciosos aromas
de smörgåstårta,
kottbullar
y glögg recién
calentado, mientras en la calle los pájaros reconquistan el planeta.
Ahora
es difícil saber quiénes somos. No somos de aquí, pero ya no somos
tampoco de allá. Hay quien dice que tu identidad se esconde detrás
de palabras que no te entienden; toda una dilatada y fascinante
historia escapa a la lógica de esta pequeña y remota aldea del
valle del Andarax. Sólo tu risa, doy fe, es firmemente fiel a la
verdad.
Ser
lo que fuimos, ser lo que seremos o lo que hubiéramos querido ser,
en realidad todo ello conspira en el oscuro territorio del no ser.
Ahora
te diré lo que sí somos. Somos noches de insomnio, días de
canícula, deseo de comprender, de ser comprendidos, de amanecer a pesar de los dolores, hablar con un amigo, sacar la
porcelana antigua, respirar simplicidad, navegar recuerdos, plantar
un árbol, cuidar un nieto, recibir a un hijo, ännu en gång.