La
estaciones siguen pasando puntualmente cada año. Los mayores de
Instinción recuerdan la crudeza de un frío legendario pegado a sus
infancias o el sofocante calor de los días de trilla en la parva y
el olor de las trojes repletas de grano. El tiempo no es lo que era,
no. El tiempo se descompone entre los dedos como nunca. Sin embargo,
hay indicios que permanecen tozudamente.
Los
pájaros siguen viniendo de muy lejos. Cada luna recompone sus cantos
y sus colores, como si todo siguiera igual. Hay quien observa su
presencia como una banda sonora que acompaña el pulso de la vida. Y
hay quien observa detenidamente su singularidad más allá de una
simple anécdota. Hace unos años llegó a Instinción uno de esos
observadores perseverantes y avezados desde la húmeda y orgullosa
ciudad de Leeds: el señor Garry Pearson.
Aquí
hablan el mismo idioma; digo los pájaros. Sus viajes, sin embargo,
son diferentes. Hablan de otros mundos, cruzan Iberia para saltar
entre África y Europa principalmente. Nada que ver con el denso
tráfico entre los cuatro puntos cardinales que Garry observaba ya
muy joven junto a su abuelo, en sus primeras salidas de campo.
“Primero
los escucho y luego los veo” me dice mientras
avanza la tarde y la conversación, antes de salir en busca del Chotacabras cuellirrojo. La Sierra es
pródiga en silencios; él lo sabe. Cargará su equipo en una exigua
mochila y marchará en busca de conocimiento.
Con
sus amigos de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) comparte la
pasión pajarera, y con sus amigos de la ABS (Andalucia Bird
Society), además su lengua materna. Los pajareros en España son una
rareza con aires de cierta exclusividad. En UK son una auténtica
legión. Grandes asociaciones, miles de apasionados, reservas,
publicaciones,… algo digno de imitar.
¿Y
aquí qué se puede hacer?, le pregunto. Garry trabaja sin descanso
en su pasión. Me promete que pronto habrá sorpresas en Instinción:
los pájaros tendrán su espacio. De hecho, ya se pueden observar en
el pueblo cajas nido en los árboles, una excelente colección de
libros de aves en la biblioteca pública, algunos dibujos infantiles
de sendas actividades pre-pandemia. Nuestro inglés va dejando
huella.
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¿Echas de menos los pájaros británicos?
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No. Echo de menos el verde del paisaje, el que trae la lluvia.
Pero
Garry disfruta del sol y de los días claros mientras consume su
bebida en algún bar del pueblo, normalmente en buena compañía.
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La Abubilla, el Águila perdicera, la Carraca, la Golondrina, el Gorrión, la Oropéndola, el Ruiseñor, el Vencejo o el Tizón hablan muy bien de ti, amigo. Supongo que te traes algún negocio con ellos.
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Puede ser…
Tengo
grandes esperanzas depositadas en este tizonero de adopción.
Mientras me mantiene en vilo con sus futuros proyectos, apuramos
nuestras copas. Y reconozco que desde hace algún tiempo escucho
muchos más pájaros en el pueblo. La sinfonía adquiere matices
emocionantes, como aquel frío inolvidable de la infancia de todo un
pueblo. Será el efecto del confinamiento.