miércoles, 1 de julio de 2020

ESCUCHAR EL CIELO



La estaciones siguen pasando puntualmente cada año. Los mayores de Instinción recuerdan la crudeza de un frío legendario pegado a sus infancias o el sofocante calor de los días de trilla en la parva y el olor de las trojes repletas de grano. El tiempo no es lo que era, no. El tiempo se descompone entre los dedos como nunca. Sin embargo, hay indicios que permanecen tozudamente.

Los pájaros siguen viniendo de muy lejos. Cada luna recompone sus cantos y sus colores, como si todo siguiera igual. Hay quien observa su presencia como una banda sonora que acompaña el pulso de la vida. Y hay quien observa detenidamente su singularidad más allá de una simple anécdota. Hace unos años llegó a Instinción uno de esos observadores perseverantes y avezados desde la húmeda y orgullosa ciudad de Leeds: el señor Garry Pearson.

Aquí hablan el mismo idioma; digo los pájaros. Sus viajes, sin embargo, son diferentes. Hablan de otros mundos, cruzan Iberia para saltar entre África y Europa principalmente. Nada que ver con el denso tráfico entre los cuatro puntos cardinales que Garry observaba ya muy joven junto a su abuelo, en sus primeras salidas de campo.

“Primero los escucho y luego los veo” me dice mientras avanza la tarde y la conversación, antes de salir en busca del Chotacabras cuellirrojo. La Sierra es pródiga en silencios; él lo sabe. Cargará su equipo en una exigua mochila y marchará en busca de conocimiento.

Con sus amigos de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) comparte la pasión pajarera, y con sus amigos de la ABS (Andalucia Bird Society), además su lengua materna. Los pajareros en España son una rareza con aires de cierta exclusividad. En UK son una auténtica legión. Grandes asociaciones, miles de apasionados, reservas, publicaciones,… algo digno de imitar.

¿Y aquí qué se puede hacer?, le pregunto. Garry trabaja sin descanso en su pasión. Me promete que pronto habrá sorpresas en Instinción: los pájaros tendrán su espacio. De hecho, ya se pueden observar en el pueblo cajas nido en los árboles, una excelente colección de libros de aves en la biblioteca pública, algunos dibujos infantiles de sendas actividades pre-pandemia. Nuestro inglés va dejando huella.

  • ¿Echas de menos los pájaros británicos?
  • No. Echo de menos el verde del paisaje, el que trae la lluvia.

Pero Garry disfruta del sol y de los días claros mientras consume su bebida en algún bar del pueblo, normalmente en buena compañía.

  • La Abubilla, el Águila perdicera, la Carraca, la Golondrina, el Gorrión, la Oropéndola, el Ruiseñor, el Vencejo o el Tizón hablan muy bien de ti, amigo. Supongo que te traes algún negocio con ellos.
  • Puede ser…

Tengo grandes esperanzas depositadas en este tizonero de adopción. Mientras me mantiene en vilo con sus futuros proyectos, apuramos nuestras copas. Y reconozco que desde hace algún tiempo escucho muchos más pájaros en el pueblo. La sinfonía adquiere matices emocionantes, como aquel frío inolvidable de la infancia de todo un pueblo. Será el efecto del confinamiento.