sábado, 1 de mayo de 2021

ELOGIO DEL SILENCIO

 

Ilustración: Cristina Pérez Fernández

Uno..., dos..., tres. Búscalo ahí, donde no lo ves…

Entre nota y nota, segundo a segundo, latido a latido, gota a gota. Todo lo importante, lo esencial, ocurre entonces, al filo del silencio.

Si es blanco, detiene el pálpito, ensancha el intervalo. Un poco más, y más; el tiempo se funde al precipitarse, el frío se expande, los pasos abrazan la lentitud, la muerte deambula sin pauta. No cabe duda, el ruido de fondo ha desaparecido, pero en su lugar lo que queda no es un vacío.

Si es oscuro, desviste el alma, contraviene la lógica, infunde paradojas. Traspasa el umbral de todos los espejos, sin luz, sin aliento. Amenaza sutilmente con su premonitoria caricia el frágil horizonte de sucesos. No hay ruido, y, sin embargo, en su lugar se ha instalado algo espeso.

Si es púrpura, viaja ligero, de fuera a dentro. Se instala en la antesala de la fulguración, obscenamente ubérrimo, hasta desbordar los límites de lo conocido, hasta desactivar parásitos, perturbaciones, algarabía, abriendo una nueva senda a través de la cual discurra el caudal emergente.

Si es azul, pasea su imprudencia por la basílica incontinente de la eternidad. Pero es tan dulce, que, de un modo distinguido e infantil, seduce a la razón y duerme todo su estruendo hasta amueblarlo de plenitud.

Y si es carmín, se entrega al más absoluto abandono, regresa a un origen sustancial, indiferente a rumores seculares. Por ello escucha íntimamente el verbo singular de esas miradas que aturden la luz del crepúsculo, que descomponen el querer. Hasta llegar a ser.

Callo, pues, para comprender. Callo para amar. Callo para recordar. Callo para alcanzar la más profunda complicidad, la esencia.

No, definitivamente el silencio no es ausencia de sonido. Y si todavía no lo encuentras, búscalo ahí, donde no lo ves...

Uno. Abro los ojos.

Sin rubor, el silencio observa complacido los tuyos.

Dos. Mis dedos leen tu rostro.

Hasta dibujar el alumbramiento de una sonrisa.

Tres. Abrazo tu cuerpo.

Y escucho claramente el sonido de la luz atravesando el mío.