miércoles, 11 de noviembre de 2020

DESTILAR EL ORIGEN

 


Fotografía Cerveza Nevada

Los recuerdos de la infancia son una guía inexacta y conmovedora del camino del descubrimiento. Tienen el sabor inconfundible de la primera vez y nos acompañan toda nuestra vida para recordarnos cómo se creaba el mundo ante nosotros. Aquí unas risas con un hermano, allá un llanto amargo en soledad, arriba una estrella coronando el parque de la estación en una noche fría y húmeda, abajo los restos de un amigo devorado por la muerte en un accidente insólito, en todas partes el humo del cigarro siempre encendido de un padre solemne y la solemnidad siempre oculta del orden inmanente de una madre. Es así de fácil.

Un tanto más difícil es tener una experiencia semejante a una edad más avanzada. Para eso quizás se inventó el arte, para combinar la inocencia del imprudente espectador con una retrospección emocional y sensorial, que en mi caso sucede de manera recurrente con la endiablada música.

Así que ahora he de hablaros de un programa de radio, hace treinta y tantos años, que se llamaba La escalera mecánica y de cómo una noche de “desprogramación” tras seis horas ininterrumpidas juramentados en los estudios de Radio Nacional, aparecimos en el Club Meca. Y de cómo hay cosas para las que no estamos preparados, como por ejemplo, que aquella noche sonara la voz de Meredith Monk, que Pepe hubiera pinchado en el tocadiscos Dolmen Music.

Ha pasado mucho tiempo y todavía me estremezco cuando lo escucho. Puedo sentir claramente que se abre la senda del descubrimiento, puedo regresar al tiempo y al espacio exacto en el que el mundo quiso crearse ante mí una vez más, de aquel modo primigenio, tosco, atávico y hermoso.

Y quiere la voluntad del destino que vuelva a encontrarme con Pepe aquí, en el valle, donde el destino de su voluntad levanta un nuevo templo de emociones junto a su inseparable Concha. Con el mismo atrevimiento de aquellos años, con la misma perseverancia, la misma serenidad me ofrece una nueva puerta abierta desde donde observar cómo se crea el mundo ante mí.

Abre complaciente una de sus cervezas, bebo, retengo un gusto desconocido por un instante… hasta soltarse en mi memoria, desbocada, la discreta resonancia de Travelling, como una conspiración con un sabor primigenio, tosco, con una voz atávica, pero hermosa, que viene de muy adentro.